viernes, 28 de febrero de 2014

Sueño o Realidad?

Cuando al fin logre verla, Christina tenia un morete en el lado de su labio, trate de hablarle pero no voltio a verme, paso junto a mi y era como si yo no existia, como si fuera un fantasma. 
Roberto era el culpable de esto.
No pude contener la rabia y salí a su encuentro. Esa tarde me dedique a seguirlo. Lo encontré y lo tome por la camisa, la furia que llevaba por dentro era la misma que sentí cuando encontré a Barbara tirada en medio del llano, desangrada y apunto de morir. Me sentí imponente; sabia lo que tenia que hacer y era justo lo que quería hacer. Levante el puño en alto y justo cuando lo iba a golpear… 
Derrepente me desperté de un solo brinco, estaba tumbado en el suelo, la cabeza me mataba y no me podia levantar, cuando alfin logre sentarme me di cuenta que estaba tirado en el pasto, en medio del llano, al parecer llevaba días tirado, la barbara me empezaba a salir, y la cabeza me mataba, mi ropa sucia y estaba muy débil  como pude me levante y empece a caminar. Mi caballo ni donde para poder ser encontrado, en realidad no podia reconocer el lugar pero necesitaba poder llegar a mi casa así que decidí empezar a caminar, unas pocas horas después logre llegar a la Altamira. No había nadie mas que los peones, quienes por cierto salieron a mi encuentro, todos se miraban sorprendidos de verme, creo que era la fachada que me traía. Pajarote me dijo que todos pensaban que estaba muerto o secuestrado por que llevaba mas de 3 días desaparecidos. Al parecer la noche que fui a buscar a Marisela al Miedo hubo una tormenta y me caí o algo parecido, eso explica el golpe de la cabeza que tengo y el hecho de que mi caballo no estuviera con migo. No pude resistir y tenia que preguntar 
-Has visto a Christina Carvajal y su esposo? -No pude dejar de ver en la que Pajarote me observaba al hacerle esta pregunta. 
-Santos, de que hablas? -Me decía con una cara de sorpresa 
-De la nueva pareja que llego al pueblo -Era claro que Pajarote no sabia de lo que hablaba -Olvidalo, me voy a tomar un baño y luego me voy al pueblo. Por favor ten el carro listo. -Me fui, fui directamente al despacho y busque la carta de Barbara, por mas que la busque no la encontré. Todo lo que encontré fui la carta de Marisela donde me decía que se iba. 
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Ese mismo día por la tarde decidí ir al pueblo y buscar a Christina, cuando llegue al hotel donde se hospedaba cuando acaba de llegar al pueblo pero me dijeron que no había nadie que se hubiera hospedado bajo ese nombre.
Nada de lo que pasaba me cuadraba y como el dolor de la cabeza era demasiado intenso decidi ir a doctor 
-Santos como es que te golpeaste la cabeza? -Me preguntaba mientras me examinaba 
-La verdad es que no tengo ni idea, me desperté esta mañana en medio del llamo y al parecer tenia días desaparecido. 
-Santos el golpe que tienes en la cabeza no te lo pudiste a ver dado tu solo, ni siquiera por que te ayas caído del caballo, este golpe fue dado por alguien… -Mirándome cara a cara
-A que te refieres? -Le dije, esto me sorprendió demasiado
-Dado al modo en el que el golpe se mira, mi deducción es que fue dado por alguien, que fue hecho a propósito. Santos tienes enemigos? -El doctor se miraba muy concertando.
-No que yo sepa.. Oiga doc. no a visto a nadie nuevo en el pueblo? -Le pregunte sin sonar muy interesado.
-Si, la verdad es que hace como 3 noches atrás llegaron un grupo de cantantes, pero iban solo pasando 
-Ya me puedo ir?
-Claro, nada mas recuerda, ten cuidado con lo que haces, no movimientos bruscos y trata de guardar reposo. 
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Cuando tuve la oportunidad me fui a la hacienda que Christina y Roberto habían comprado pero no había nada, la casa estaba amoblada pero vacía a donde se habían ido? 
Me fui a buscar a Pernalete el sabría de ellos si ellos habían llegado a el pueblo
-Pernalete podemos hablar? -Le dije entrando en su oficina 
-Santos Luzardo, que maravilla tenerlo por estos rumbos! Digame como le puedo ayudar?
-Que sabe de la pareja Carvajal? 
-Carvajal? Santos aquí nunca a habido nadie bajo el apellido Carvajal! -Me dijo muy extrañado
-Como que no? Claro que si! Es una pareja, una muchacha joven bella, rubia, muy parecida a Barbara fisicamen…
-Santos, aun sigues con lo mismo? 
-A que se refiere con lo mismo? 
-Veo que aun sigues mal, por que no tomas asiento -Todo esto me estaba empezando a huele extraño 
-Esta bien, pero digame que esta pasando
-Santos llevas 1 año con la misma historia sobre una mujer llamada Christina, dices que es la copia exacta de Barbara y que es abusada por su marido Roberto, pero.. 
No podia entender nada, como que llevaba un año diciendo lo mismo, Christina no llevaba mas de 4 meses viviendo en el pueblo. 
-Pero.. Santos, esa pareja no existe. No existe Christina Carvajal. Te afecto mucho la noticia de que Barbara falleció, lo se es muy difícil aceptarlo, pero Barbara esta muerta y tu tienes que continuar con tu vida. Necesitas tomar terapia. 
-Pero no estoy loco. Christina existe! -Le dije mientras me levantaba del asiento -Me oyes Pernalete, Christina existe! Exactamente como Barbara sigue viva! 

Pesadillas

-Vamos Santos, no tengas miedo. Que apoco sabes piensas que muerdo? -Me decía mientras me llamaba al agua. 
-No puedo -Mientras me moría de la risa. Christina se veja aun mas hermosa sin tanto maquillaje en la cara.  -Ademas no tengo en que nadar. 
-Uhh Santos Luzardo es un cobarde! -Me decia en forma de burla. Esto izo que me molestara y que me disidiera de meterme a la poza con la ropa que llevaba puesta. Me lance al agua, Christina y yo nadamos por lo que se sintió horas, éramos como niños pequeños compitiendo por quien podia nadar mas rápido. Claro la dejaba nadar de vez en cuando para que ella se sintiera como la ganadora. No voy a mentir me izo sentir mejor. Me izo olvidar el mal momento por el que iba pasando. 
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Cada día iba al miedo buscando noticias de Judith y Marisela, los papeles de divorcio me habían llegado unos días atrás, firmados por Marisela. Era claro que ella no quería saber nada mas de mi. Pero lo que mas me preocupaba era mi hija, que seria de ella, cuando la vería, como estaría, me extrañaría? Era tan pequeña y tal vez no entendía por que mami y papi se estaban separando. Mis pesadillas sobre la muerte de Barbara habían aumentado, la soñaba cada vez que cerraba los ojos para dormir, pero ahora Christina estaba involucrada en ellos. 
Yo miraba a Barbara tirada en una cama yo junto a ella, era su ultimo momento y justamente cuando toma su ultimo respiro de aire, muere en mis brazos, me sueño yo ahi junto a ella, ella en mis brazos y yo llorando sobre lo que es ahora un cuerpo sin alma que poco a poco lo que es su cabello castaño y oscuro, se convierte en cabellera rubia y clara. Es Christina a quien abrazo,  quien esta respirando, cuando me doy cuenta ella sujeta mi cara con su mano y me surrura “Te amo Santos, soy yo tu Barbara” pero me despierto cada vez. Yo se que esto no es posible Barbara murió y Christina es de Mexico. 
Yo se que al principio pensé que Christina era Barbara, pero con el pasar del tiempo y estos meses me eh dado cuenta que Christina es parecida a Barbara pero solo físicamente. Me eh resignado a no volver a amar. 
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Era el medio de la noche y algo pasaba 
-Santos! Santos Luzardo sal de tu guarida! 
No podia reconocer la voz en el momento pero se parecia a la de Roberto. Sali a ver que pasaba y justamente era el. Roberto estaba hecho una furia. 
-Roberto! Que haces aqui? Que es este desparpache que traes? -Le decía mientras bajaba las gradas
-Que diablos te traes con mi mujer? -Me decía muy alterado.
-Nada, no entiendo. 
-No entiendes? No entiendes? -Me decía acercando se. -Pasa que hasta dormida te menciona. Te lo advierto Luzardo quédate lejos de mi mujer! -Me señalaba mientras decía esto y luego se fue. 
No entendía lo que pasaba, era a caso que Christina me amaba? 
Poco después me entente porque Roberto había reaccionado así. 
Por unos días no la vi, no supe nada de ella, era como si la tierra se la había tragado. Me sentía solo una vez mas pero esta vez estaba preocupado por ella. 
Cuando al fin logre verla, Christina tenia un morete en el lado de su labio, trate de hablarle pero no voltio a verme, paso junto a mi y era como si yo no existia. 
Roberto era el culpable de esto. No pude contener la rabia y salí a su encuentro. 

jueves, 27 de febrero de 2014

Abandonado

Después de unos días las cosas volvieron a la normalidad, yo para variar no podia dejar de pensar en Barbara y mucho menos en Christina. Su parecido me traía vuelto un loco, las dos tan parecidas y tan diferentes a la vez. 
La desdicha de no haber podrido estar con Barbara en sus ultimas horas me agobiaban el pensar si abra muerto
en agonía o si abra muerto tranquila no me dejaban dormir. No quería ver a nadie, me encerré yo solo en la habitación y no dejaba a nadie pasar. Mi tia Cecilia siempre me venia a visitar para saber como estaba, tanto ella como Antonio se preocupaban, pero no me importaba yo necesitaba estar solo, dormir para no pensar, pero hasta en lo mas profundo de mis sueños las veía. Los únicos momentos en los que salía, era cuando Christina necesitaba mi ayuda o consejo con la hacienda que ella y Roberto habían comprado. 
Al verla en los brazos de el, me daba rabia. No comprendía por que, ella no era mía y nunca lo había sido, era tal vez esas miradas que compartíamos por segundos los que me alimentaban  el celo. 
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Y así los meses pasaron, poco a poco fui aceptando la muerte de Barbara, que Christina no era mía y nunca lo seria. 
Ese día decidí ir a visitar a Judith, ya hacían semanas que no la veo, cuando llegue al Miedo, me encontré con uno de los peones que Marisela había contrato.  
-Mateo! Donde están las chicas? -Le decía mientras me bajaba del caballo
-Señor Luzardo, la niña Marisela no le dijo? -Me dijo el tomando las riendas del caballo.
-Decirme el que? -Le dije -Que a pasado? -Empezando a preocuparme
-Es que so ella no se lo dijo, no se si yo debería… 
-Para con el drama y dime ya de una vez! Que ah pasado!! 
-Es que la niña Marisela y la pequeña Judith se fueron a la capital a vivir por un tiempo.
-Hace cuanto se fueron Mateo?
-Desde la semana pasada, y no dejo información de donde contactarla; ella dijo que ella llamaría cuando ella pudiera. -Empece a caminar hacia mi caballo, me monte en el y justamente cuando estaba a punto de irme 
-Cuando llame, dile que me debe una explicación. -Me marche, necesitaba cabalgar, y estar solo otra vez. Como era que todas las mujeres que yo quería me estaban dejando solo.
Mientras cabalgaba me encontré con Christina quien también estaba cabalgando. Cuando la vi sobre el caballo, la vi tan poderosa, tan bella, tan libre no pude resistirme y fui a su encuentro 
-Christinaaa! -Le dije, ella me voltio a ver y se acerco.
-Santos -Me decía un poco agitada -Que haces por acá, vienes de ver a tu hija?
-Si, pero no están las dos se fueron a la capital a vivir. -Le dije -Puedes hablar?
-Si claro. Vamos a algún lugar? -Me dijo señalando todo el llamo. 
-Claro, vamos a la poza. -Y así fue, los dos cabalgamos hasta llegar a la poza. Trataba de disimular pero no podia dejar de admirar a Christina. Me encantaba verla tan segura de si misma. 
-Como estas Santos? -Me preguntaba 
-Pues mal, mi vida es un desastre, no estoy seguro de lo que eh hecho de ella, cada decision tomada a sido un error. -Casi cayendo en llanto, pero me controle no quería parecer débil en frente de ella. 
-Ay Santos, no creo que tu vida sea tan mala, estas vivo no?
-Si pero…
-Si pero nada, tienes que saber vivirla, no vivir en el pasado y mucho menos reprochando sobre las decisiones
tomadas. -Sus palabras, el tono, todo en ese momento se sintió tan bien, tan reconfortante 
-Quieres nadar? -Esta pregunta me sorprendió. No me lo esperaba 
-Pero pense que era inapropiado…
-Lo es si estamos desnudos y pasa sin invitación alguna. Ademas somos amigos no?
Con una sonrisa en la cara 
-Claro que lo somos. -Le dije, para darme cuenta que ella ya estaba en el agua. 

Entre Miradas

Los ojos de Christina no se separaban de los míos, los dos compartíamos esa conexión, pero justamente cuando me acercaba a ella algo en mi interior me recordaba que era una mujer casada y como tal debía respetarla. Me voltee y seguí la conversación. Christina era una mujer versátil, sin embargo había algo oscuro en su pasado, algo de lo que aun no estaba seguro, pero no fui inoportuno y no pregunte mas de lo que ella me brindo. Christina me hablo un poco mas de su vida en Mexico, como conoció a Roberto hace unos pocos años atrás, pero nunca hablo de su familia, es como si no existirán. Creo que discutieron y es por eso que ella no habla de ellos.
-Así que señor Luzardo, usted esta casado con la hija de la mujer que usted sigue enamora -Dijo ella en un tono que debo decir me pareció como en tono de burla.
-Así es. Me enamore de las dos. La diferencia es que Barbara era un abismo de pasión, desenfreno, ella buscaba hacer justicia por ella misma y no me dejo ayudarla, en cambio Marisela era todo lo contrario, ella era luz y tranquilidad. Ella era lo que yo quería que Barbara fuera. Sin embargo me quede con Marisela y Barbara se fue. Nunca mas supe de ella hasta hace unos días que Marisela me dio la noticia de que Barbara habia fallecido. 
-No te voy a mentir, tu vida amorosa suena como una novela. -Me dijo Christina soltando una pequeña carcajada.
-No me lo tienes que decir, en verdad aveces yo mismo lo pienso. Bueno Christina, te tenemos que encontrar un lugar para pasar la noche. -Y asi nos dirigimos deregreso al pueblo. No la lleve al mismo hotel donde Roberto estaba pues no era lo mas prudente tomando en cuenta lo sucedido esa misma noche.
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Las siguientes semanas no podia dejar de pensar en mi Barbara, en como abrían sido sus últimos días, llegue hasta el grado de imaginarla arrecostada junto a mi, casi casi podia sentir su aroma, su calor, su cuerpo junto al mío, escuchándola decir "Santos Luzardo eres mi hombre, tu y solo tu". Pero cada vez que abría los ojos me encontraba solo en mi cama. Estaba perdiendo la casa. Lo único que me mantenía cuerdo era Christina, después de unos días ella y Roberto volvieron a lo que ella llamaba “su vida perfecta.” Roberto se miraba mas pasivo, mas cariñoso con ella, pero algo me decía que ocultaba algo. Por alguna razón me molestaba, pero también me alegraba por Christina claro. 
Algunas veces comíamos los tres juntos, los dos querían comprar una hacienda y necesitaban consejos y también necesitaban un amigo que conociera el lugar. Roberto insistía con volver a Mexico, pero Christina siempre se negaba 
-Ya te dije que no Roberto, yo quiero vivir aquí, es diferente, el aire es mas puro, la gente es diferente. Quedemonos por un tiempo.
-Esta bien mi vida, pero promete que regresaremos a Mexico a visitar seguido? -Era como si Roberto hubiera cambiado de la noche a la mañana del hombre borracho ni una seña quedaba.
-Te lo prometo. Santos sabes de alguna hacienda que este en venta?
-La verdad que no se Christina, de la única que se el del Miedo, pero es donde Marisela vive ahora. 
La verdad es que no sabia de ninguna. Muchas veces Christina y yo compartíamos miradas; como las de aquella
noche en la poza, pero siempre las disimulábamos por miedo a que Roberto se diera cuenta y pensara que algo pasaba. 

miércoles, 26 de febrero de 2014

Ella Y Yo

Pero al pasar de los días, me fui dando cuenta que no podía ser Barbara, era demasiado diferente,
poco después de eso fui cayendo en un hollo negro depresión, uno donde ni mi propia hija me podía sacar, no quería ver a nadie ni saber de nadie, todo lo que quería era morirme para poder estar con Barbara, mi toa Cecilia trataba de convencerme de que saliera y lo logro. Esa noche fui al pueblo por unos tragos.
Cuando estaba en la cantina a punto de tomarme mi segundo trago, los gritos de un hombre se empezaron a escuchar venía de la parte de atrás -Si piensas que me vas a dejar estas muy equivocada, yo soy tu amo y señor! Yo decido cuando y como te vas! -Yo creí reconocer esa voz, sonaba justamente como Roberto el esposo de Christina. Me tome mi último trago y fui a ver que pasaba justamente cuando llegue Roberto tenía la mano en el aire estaba a punto de golpear a Christina -No te atrevas -Le dije tomándolo por la mano, Roberto muy molesto se dio la vuelta -Y ustedes quien se cree que es para decirme que hacer y que no hacer con mi mujer? -Me dijo Roberto en busca de pelea -Nadie, pero no me voy a sentar a oír como maltratas a Christina -Ah, Christina que son esas confíancitas con mi mujer? -Me dijo Roberto aún más molesto y empujando me contra la pared. No pude resistir más y le deje ir un puñetazo, lo deje tirado en el piso inconsciente. Christina estaba totalmente paralizada, yo necesitaba sacarla de la cantina lo más rápido posiblemente antes de que Roberto reaccionara, la tome en mis brazos y la lleve hacia mi camioneta. Ella no dijo nada más que "Llévame lejos de aquí" y así fue como hice, no se como pero terminamos por llegar a la poza, una vez ahí apague el carro -Christina estas bien? -Le dije mirándola. Christina se bajó del carro y camino hacia la poza. -Sabes en el pueblo muchos me llaman Barbara. Algunos hasta me temen, tan mala era ella? -La mirada de Christina estaba llena de lágrimas y tristeza, yo no sabía por que -No, Barbara tuvo una vida difícil y se llenó de odio, sin embargo ella logro amar, lastimosamente yo no supe amarla y la lastime -Christina se me acerco y me tomo por la manos, -Si pudieras cambiar tu pasado lo harías? -Sus ojos se habían estancados en los míos, siguiéndolos a donde mirarán -Si! Si puedo era retroceder el tiempo, amaría a Barbara diferente, le tendría más paciencia y no trataría de cambiarla como lo hice esa vez, sabes ella era una mujer muy pasional en lo que fuera ella se entregada toda, pero yo no supe quererla así -Christina soltó mis manos
-Que mal que no pusiste amarla del modo que ella era, a mi me pasa lo mismo con Roberto, el quiere que sea una chica "civilizada" y que me comporte a la altura de un conde de Londres pero la verdad es que yo soy una chica liberal aún viviendo en México nunca pude ser como las demás -Christina me estaba volviendo loco, no se si era como se miraba bajo la luz de la luna o su aroma pero no podía resistirme las ganas de robarme un beso, más no lo haría por el hecho que ya la había visto desnuda sin su menor permiso -A mi no se me da eso y el quiere que sea la esposa perfecta y.. -justo en ese momentos nuestros ojos se volvieron a conectar, deteniendo el tiempo, en ese instante solo estábamos ella y yo. Me acerque a ella sin dejar de verla y

martes, 25 de febrero de 2014

Parecido Inigualable

Me dedique el resto del día a seguir a Christina y a su marido, la observe y compare con lo que Barbara haría, eran tan diferentes y a la vez tan parecidas. Al último lugar donde la
seguí fue cuando ella se fue a cabalgar sola, tomo el caballo como si fuera una experta y se fue a los campos libres, no pude revistió seguirla y ver a donde iría, para mi sorpresa Christina parecía muy sorprendida al encontrar la poza. Christina de bajó del caballo, y con si mano acariciaba el agua, tomo un poco con sus manos y la puso sobre su cara, miro a por todos lados viendo si alguien la miraba, yo trate de esconderme lo máximo posible para que no me viera. Christina se dispuso a deshacerse de si ropa poco a poco, su piel era tan blanca, era como si fuera besado por el sol, su pelo rubio tan resplandeciente bajo el sol, yo quería parar de ver pues sabía que estaba casada pero la tentación me gano, fue ahí cuando Christina parada frente al agua complemente desnuda se lanzó al agua a nadar. Necesitaba acerca me más y buscar por las peculiares cicatrices que serían la única cosa que me dirían si en serio era Barbara, aquella marca que le recordaba de su tragedia a diario. Y lo hice me baje del caballo y me despoje de mi ropa, me lanza a la posa. Me recordó de la primera vez que me encontré con Barbara, nade hacia Christina y fue ahí cuando la tuve cara a cara que descubrí que no era Barbara, las cicatrices de sus pechos no estaban. Christina al verme, y al ver que estaba junto a ella me dio una cachetada, esa cachetada era como la que Barbara me acaba de dar hacia unos días -Imbécil! Que hace espiando me! No sabes respetar? -la tome por la mano -Bárbara tus cicatrices? No están! -Christina tratando de soltarce de mi -Ya le dije que no soy Barbara y si no le importa devolverme mi mano de lo agradecería mucho! -La solté no sin antes
-Discúlpame, en serio discúlpame pero tu parecido me distorsiona! -Ella se miraba muy apena y fue ahí que recordé que los dos nos encontrábamos desnudos así que decidí darme la vuelta -Discúlpame Christina enserio perdón, ya me voy -Le dije -Santos Luzardo! -Dijo ella, sonando exactamente como lo haría Barbara si fuera ella -Ni una palabra de esto a nadie! ------------------------------------------------

Esa noche cuando estaba en mi cuarto no me podía sacar de la cabeza a Christina, como se miraba ahí parada bajo el sol, junto a la poza se miraba tan hermosa, tan encantadora. Aún no podía olvidar esa cachetada, la fuerza, la mano, era y tenía que ser Barbara.

Guerra Declarada

Sin prisa alguna decidi abrir el sobre que se encontraba ahi en la mesa de mi escritorio, el hecho que estuviera ahi era que tal vez la misma Barbara lo había puesto ahi. 
*Abra y desenvuelve sobre*
Santos: 
Todos estos años te he llevado presente en mi corazón, aun no olvido como escogiste a mi propia hija sobre mi, pero tampoco olvido el sabor de tus besos por las mañanas y por las noches, la felicidad que un día me diste no se podrá comparar con nada en este mundo, sin embargo yo decidí marcharme para darle la oportunidad a ti y a
Maricela de ser felices y formar una familia que estuviera llena de amor y paz. Pero cada mañana siento que Maricela es menos feliz, que es desdichada. No nos puedes tener a las dos al mismo tiempo, no es lo correcto, yo eh caído enferma y no creo que me salve de esta, por eso te escribo por que la fiera que alguna vez amaste con locura se a apaciguado y sin embargo sigue viva dentro de mi, esperando por que algún día regreses a darme fuerzas, no se cuanto tiempo mas tengo de vida, pero quiero que sepas que te amare hasta el ultimo momento de vida. No me busques, no preguntes por mi por que no me encontraras. 
                                                     -Por siempre tu amada Barbara. 
-¿Que diablos era esta carta? -Dije vuelto un loco, no quería aceptar lo que decía. Que le estaría pasando a Barbara que fue tan grabe como para despedirce así de mi, después de un rato me calme y me recordé que Barbara seguía viva, la había visto esta noche, cambiada, civilizada, e incluso mansa. Era obvio que ella había regresado para vengare, o hacerme sufrir. 
Era hora de crear un plan por que si guerra quería Barbara Guymaran entonces guerra tendría. 
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Al dia siguiente me fui al pueblo, quería volver a tener un encuentro con “Christina.” Pero no tuve suerte. A quien vi fue a Maricela y a Judith, mi pequeña se miraba tan grande, no puede contener no ir a abrazarla, Maricela solo nos observaba con una sonrisa en el rostro, pero yo sabia que quería preguntar algo 
-Oye, Santitos… Como te fue anoche? Estas bien? -Me pregunto ella, agarrando de la mano a Judith.
-Si, por que tendría que estar mal? -Le dije, llevándome las manos a la cintura 
-Bueno, tu sabes… Por lo que te dije anoche sobre Barbara… -Sin dejar que respondiera Judith nos interrumpe 
-Mamá, papá ya no están enojados? -Maricela y yo nos vimos a los ojos y los dos al mismo tiempo le respondidos 
-No peque -Pero senti la necesidad de explicarle 
-Tu mami y yo no estamos peleados pero en estos momentos no podemos estar juntos -Le dije, arrodillando me frente a ella. Algo distrajo a Judith por que me dejo de ver a los ojos y señalo 
-Mami! Mami! Que no es esa mi abuelita? -Dijo Judith señalando hacia donde se encontraba Christina. Maricela parecía sorprendida y se quedo muda, no tenia respuesta para darle a Judith, fue ahi cuando una de mis sospechas fue descalificada. Maricela nunca habia visto a Christina, entonces no podia ser Barbara. 
-No mi vida, esa señora viene de Mexico, se llama Christina, ademas es rubia y tu abuelita era castaña -Le respondí por no dejar a Judith sin una respuesta. 
-Santos, como es que sabes el nombre de esa señora? -Me replica Maricela
-La conocí anoche en un hotel del pueblo -No sabia si era un arranque de celos o si solo lo preguntaba por preguntar.
-Ahhh… Entonces ahi es donde estabas anoche. 
-Si ahi mismo, necesito encontrar a Barbara. -Maricela solo movía su cabeza de lado a lado.
-Santos ya te dije que Barbara esta muerta!. -Me dijo Maricela tomando a Judith por la mano y alejandose de mi.
-Mientras yo no vea su cadaver no lo voy a creer!! -Se lo dije gritando, la gente que estaba cerca de mi me creían loco. 

lunes, 24 de febrero de 2014

Sin Esperanza Alguna

Era como si cada esperanza de algún día recuperarla había sido arrancada de mi por un terremoto. Lo que no podia entender era por que esa misma tarde yo había tenido una conversación con ella, como había sentido su mano rosar mi mejilla cuando me dio la cachetada. Todo parecía absurdo, por un momento pensé que estaba loco, y de pronto recordé que cuando detrás de Barbara había un hombre con ella, uno que nunca había visto por el Auraca, en ese momento una lluvia de ideas me vino a la cabeza, me levante y fue en busca de ella a los hoteles que hay por aquí, tocando cada puerta de cada cuarto, casi logro que me arresten, cuando toque la ultima puerta que me faltaba del hotel, ahi en ese momento cuando la puerta abrió era ese hombre, alto, delgado, de piel clara, era obvio que él no era de el Auraca o de San Fernando, este era alguien diferente, con una voz muy arrogante me pregunto -Me puede explicar que hace tocando la puerta -mira el reloj en su mano -justamente a las 2 de la mañana? -Yo no sabia que responder, ni siquiera sabia que era tan tarde pero no me importo. sin darle importancia a el 
-Barbara! Barbara sal de ahi!! -El hombre muy molesto 
-Que diablos cree que hace gritando como loco por una tal Barbara? -Sus palabras no me
sorprendieron yo sabia que Barbara estaba ahi, era como si la pudiera oler, cuando de pronto abre la puerta una mujer de piel clara y de pelo rubio. Su parecido con Barbara me deslumbro me dejo mudo, no podría creer lo que veía era Barbara, pero con color de pelo diferente, se amarraba su bata, esta de mas decir que no tenia ropa de por debajo lo cual iso que mi sangre hirviera de rabia al pensar que estaba en brazos de ese hombre y no los míos. -Buenas noches, en que le podemos ayudar? 
-Me pregunto ella con una voz refinada, me pareció raro escucharla así 
-Barbara podemos hablar? -Le pregunte yo 
-Disculpe señor pero aqui no hay ninguna Barbara -Me responde ella. El hombre empezó a cerrar la puerta, yo no me higa a ir sin una explicación primero
*Puse una mano en la puerta abriéndola* -Podemos hablar? A solas?-Le pregunte a Barbara. Ella muy asustada volteo a ver a el hombre junto a ella, quien accedió 
-Que se le ofrece? -Dijo ella mientras se aseguraba que su bata la cubriera bien y que nada se mostrara. 
-Vamos Barbara ya deja ese jueguito, sabes muy bien que no puedes jugar conmigo -Le dije mientras dejaba salir una carcajada, Barbara se veja muy ofendida 
-Disculpeme señor, pero mi esposo ya le dijo que no hay ninguna Barbara acá y le agradecería que por favor me deje de llamar así, mi nombre es Christina Carvajal y el señor que esta ahi adentro es mi esposo… -No lo podia creer su parecido y su hablado era casi igual, claro Christina era mas refinada, educada pero sus ojos, sus labios, sus facciones eran muy similares a los de Barbara. 
-Esta bien, si quieres jugar a esto vamos a jugar! -Si ella quería jugar, yo también pondría mis cartas sobre la mesa. 
-Tal vez no te acuerdes pero hace unas horas me diste una cachetada así que por mas que finjas y te cambies el look para parecer alguien mas, yo se que la fiera sigue ahi adentro -Al decirle esto, le toque el pelo, no sabría decir si era real o era el suyo, pero no voy a negar que el rubio le hacentaba bien 
*La puerta se abrió* -Christina ya metete adentro! -Le dijo el marido, no podría creer que Barbara o Christina como quiera que se llame ahora se dejara hablar así por un hombre 
-Esta bien mi vida -Dijo ella, -Buenas noches señor…? -Extendiendo la mano
-Santos Luzardo para servirle -Le dije, no podia creer lo que acaba de pasar. La quise seguir así adentro de la habitación pero el marido muy groseramente me cerro la puerta en la cara. 
Decidí marcharme no sin antes preguntar por ellos en la recepción. 
-Los señores de la habitación 20 ¿Quienes son? -Le pregunte a la recepcionista recargandome en el mueble
-Son una pareja que vienen desde Mexico, se registraron bajo el apellido Carvajal, ya vio el
parecido de la señora con Barbara Guymaran? -Me dijo. 
-Gracias -Le dije, no planeaba quedarme a seguir haciendo conversación  necesitaba saber que era el plan de Barbara, por que cambiarse el color de pelo, por que casarse? Y lo mas importante por que dice Maricela que esta muerta? Tome mi caballo y me fui hacia mi ascienda. Me tome un baño, me vestí y me fui al despacho, ahi encontre una carta. 
Era de ella… 

domingo, 23 de febrero de 2014

Roto Y Vacío

-Barbara pero, pero que haces aquí? Por que estas así? -Le decía moviendo mis manos en signo de pregunta, no tenia ni idea de que pasaba, ni por que Barbara había reaccionado así al verme
-Que creíste? Que no me iba a enterar de como estas tratando a mi hija? Ni de que te dejaría? -Barbara movia su fuete por todos lados al hablarme, no voy a mentir, pero me daba miedo, pensaba que en cualquier momento me daria un golpe, yo no sabia como es que se había enterado de lo de Maricela pero estaba mas que claro que le había molestado mucho la noticia de nuestra separación. 
-Pero te lo puedo explicar Barbara, nada mas calmate -Me trataba de acercar a ella muy lentamente, yo esta tratando de prevenir que me lastimara. Barbara estaba echa una fiera, estaba como aquella gata salvaje que una vez nos encontramos, lista para atacar con el mas mínimo movimiento. 
-No me expliques nada Santos Luzardo, me fui y te deje en paz como querias para que hicieras feliz a Maricela y eso es lo que haces? -Me replicaba muy enojada -Sabes lo difícil que me fue dejarle mi tierra, mi hombre y todo para que fueran felices y ahora así como así, por que al señor se le o curio que ya no quiere estar con ella por que ama a otra la deja ir? -Después de estas ultimas palabras Barbara solo cruzo los brazos y estábamos los dos ahi, parados y peliando como si ella nunca se hubiera ido y aunque me encantaba verla ella necesitaba una respuesta. 
-Barbara, yo no se que paso, yo me case con Maricela pensado que la amo! Es decir la amo -Cuando dije esto Barbara frunció la cara -Pero cuando el tiempo fue pasando había un vacío que ni el amor mas puro me pudo salvar, yo Barbara yo te necesito, te necesito, Maricela podrá ser mi salvación y tu mi destruction pero la verdad es que prefiero caer en un hollo oscuro y vacío que estar en el paraíso e infeliz -Al decirle esto Barbara se alejaba cada vez mas, no se que habra estado pasando por su cabeza, pero vi salir una lagrima, me quise acercar para abrazarla y la fiera volvió a aparecer. 
-Mira Santos no puedes hacer esto! Yo ya no te amo, estoy seca, tu mataste todo el amor, ahora solo puedo y tengo que amar a Maricela, ahora que e estado lejos eh aprendido a tenerle cariño y ahora esa es la única razón por la que eh vuelto -Barbara me miro a los ojos por unos segundos y luego bajo la mirada y empezó a caminar, antes de irse del todo se dio la vuelto, me emocione pensé que algo pasaría 
-Y no se te ocurra irte del Arauca, tienes la obligación de ver por Judith -Barbara no dijo mas y se fue. 
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Decidí quedarme, en mi camino de regreso a casa no hice nada mas que recordar a Barbara, seguía tan hermosa como la ultima vez que la había visto, y aun que ella dijo que no puede amar yo se que en el fondo de su corazón ella aun me ama tanto como yo la amo, la tengo que recuperar, estoy seguro que se queda en el Miedo. 
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Se me ocurrió que para poder recuperar a Barbara tendría que cortejarla como a una jovencita, así que para esta noche decidí comprar flores, llevar Cabos Blanco y pedirle a Barbara que tomara una cabalgata con migo. Llegue a el Miedo y empece a gritar 
-Barbara Guimaran sal afuera! -Le grite minimo unas cinco veces, pero por mas que grite nunca salió, justamente cuando me iba, alguno dio un disparo pero no le dio a nadie, era Maricela. Llevaba un camisón blanco, se miraba casi como un angel, pero cuando abrió la boca la ilusión se marcho. 
-Santos Luzardo que haces en mis tierras y gritando por Barbara? -Yo sabia que le molestaría lo que estaba por preguntarle
-Dile a tu madre que no se esconda y que salga a darme la cara -Le dije mientras me bajaba del caballo. 
-Barbara? De que hablas Santos? Has perdido la cabeza? -Maricela parecía tan segura de lo que decía, por un segundo pensé que me había vuelto loco
-Que no esta acá? Ahora en la mañana tuve un encuentro con ella -Maricela rápidamente se me acerco y muy preocupada casi llorando, coloco una mano sobre y mi hombro y con una vos muy dulce y casi demostrando pena dijo
-Santos acaso no sabes? Dicen que Barbara a muerto, que le dio malaria o una enfermedad así y que a fallecido -Mis oídos no podian creer lo que escuchaban y mi cerebro no conectaba las palabras, me sentí vacío y roto por dentro, necesitaba estar solo, me di la vuelta, me subí en mi caballo y no se por cuanto tiempo cabalgue, pero lo hice no se como ni cuando pero termine por llegar a la poza. Una vez ahi me baje del caballo y cuando supe estaba solo me solté a llorar. 

sábado, 22 de febrero de 2014

Que Vida La Mia

El día de mi boda había llegado, parado en la iglesia esperando por la mujer que estaría a punto de comvertise mi compañera para el resto de mi vida, la mujer que amaba, la que era la luz, serenidad en mi vida. Al verla llegar no podia de pensar que se veja hermosa, sin embargo algo hacia falta. Barbara, aun que yo había decidido casarme con Marisela una parte de mi corazón no podia olvidadarla y yo se que Marisela tampoco podia, derrepente Juan Primito dentar gritando en la iglesia con un regalo de Barbara para Maricela. Esto me causo mucho dolor pues sabia que Barbara sabia que me casaba y de cierta forma ella estaba presente con migo. -Si, acepto- al decir esto firme mi sentencia para vivir sin Barbara. Déjame decirte no hay un día que no la olvide, aun en los mementos que estoy con Marisela haciéndola mía, recorriendo cada centímetro de su cuerpo no puedo olvidar a Barbara. Aquella pasión con la que me amaba jamas la podré olvidar, después de todo juntos si hacíamos temblar la tierra, ella era una fiera y yo un pobre domador que fue domado por ella. 
Una vez mi primera hija nació, no había duda que tenia los ojos de Barbara, no había salida, Barbara se había quedado gravada en mi alma, cuerpo, corazón y cabeza, nunca la podría olvidar, y era obvio que Maricela se daba cuanta, -Estas pensando en ella otra vez Santitos? -Me pregunta ella cada vez que mi mirada se queda mirando hacia el vacío, la miro y sujetando suavemente su barbilla -Si, me pregunto si estada bien, tu no la recuerdas? -Le pregunto, ella como cada mañana me responde -Ella esta bien, hoy la sentí, esta plena y llena de felicidad -Maricela se levanta y se marcha a ver Judith nuestra hija que cada día que crece se pone mas hermosa. No voy a mentir amo a Maricela pero últimamente es como si la llama de amor entre nosotros se fuera desvaneciendo, yo cada vez bebo mas y cada vez aguanto menos sus caricias, me pasa igual que cuando estaba con Barbara.
Maricela, tia Cecilia y yo hemos decidido que lo mejor es que yo me vaya por unos días a la capital o a Estados Unidos por un tiempo, que la distancia nos hada bien, pero la verdad que quien me preocupa es Judith no se como vaya a reaccionar si me voy.
Finalmente eh decidió quedarme y luchar por mi matrimonio con Maricela
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Esta noche Maricela y yo fuimos por una cabalgata bajo la luna y las estrellas, en medio del camino se nos ah ocurrido tener un pequeño picnic y creo que el vino se nos subió un poco por que lo que empezó con vino temido con nosotros dos juntos en medio del llano amandonos, sin pensarlo dos veces deje un gemido salir seguido por -Barbara te amo -Maricela rápidamente se levanto y me dio una cachetada muy molesta y tomando su ropa me dijo -Lo mejor es que te larges, a lo mejor y así de una vez por todas te sacas a una de nosotras de la cabeza estúpido! -Maricela cogió el caballo y se fue, dejándome tirado ahi, tome mi ropa y decidí caminar hacia la poza que no estaba muy lejos, no se si fue el vino o el hecho que la extrañaba tanto pero la vi ahi, nadando sin su ropa, su piel tan blanca como la luz de la luna, sus ojos tan azules como el osezno, no podia respirar sentía que todo me faltaba y que estaba solo pero  a la misma vez lo tenia todo, no pude hacer nada mas que hecharme a correr a su encuentro, una vez que llegue a la poza me di cuenta que no estaba. Mi mente me había jugado un juego perverso. Barbara no estaba y nunca regresaría.
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Decidi regresar a la hacienda encontre una carta de Maricela que se leia asi:
Querido Santitos:
Te amo mas que a mi vida, pero nuestra relación se a convertido en un infierno para mi, no te culpo, yo me case contigo sabiendo que amabas a Barbara pero que también me amabas a mi, pensé que mi amor seria suficiente para hederte olvidarla y que con la llegada de Judith a nuestras vidas todo cambiaría pero me equivoque y ya no quiero que me lastimes mas, creo que es tiempo para que nos separemos y nos demos un tiempo. Así que no me busques, cuando yo este lista te buscare y no te preocupes por Judith yo la cuidare bien y le hablare muy bien de ti, no te guardo ningún resentimiento pero lo nuestro ya no para mas.
                                                 
Sinceramente Maricela Barquero.
Mi vida no podia estar peor acababa de perder a la otra mujer que amaba. Y si decidí irme en busca de Barbara, necesita saber algo de ella, todo lo que sabia es que se había ido al amazonas, no sabia si estaba con alguien pero no me importaba. Cuando me dirigía a San Fernando a lo lejos vi lo que pensé era mi mente jugando juegos otra vez a Barbara, vestida toda de negro sujetando su fuetee y caminando hacia mi, como sabia que solo era una ilusión la ignore y seguí caminado
-Santos Luzardo eres un imbécil -Seguido de una cachetada, lo que creí era una ilusión era la realidad, -Barbara- le dije llevándome una mano a mi mejilla que ardía como una herida, sin duda era ella con su mano tan pesada como la recuerdo
-Que diablos te pasa imbecil -Me decía Barbara muy molesta y cruzada de brazos